ESCUELA COMUNITARIA UN FOCO
DE PAZ SOCIOEDUCATIVA
RESUMEN
Este
artículo presenta, un resumen analítico y reflexivo sobre la importancia de
crear cimientos sobre la Educación para
la Paz ante el deterioro de la convivencia producto de la violencia y meditar sobre
el papel de la Escuela como institución abierta a el entorno comunitario, impulsora
de este proceso constructivo de Paz, siendo de vital importancia la
participación social, corresponsable y protagónica de la ciudadanía en el acto
educativo a través de la interacción escuela-familia- comunidad; promoviendo de
esta manera la apertura de espacios de diálogo, aprendizaje y acción, definidos
como Espacios para la Paz.
Palabras clave:
Paz, Escuela, interacción familia-escuela-comunidad, Espacios para la Paz.
ABSTRACT
This article presents an
analytical and reflective summary on the importance of creating foundations on
Education for Peace in the face of the deterioration of living together as a
result of violence and meditating on the role of the School as an institution
open to the community environment, driving this constructive process of Peace,
being of vital importance the social participation, co-responsible and
protagonist of the citizenship in the educational act through the school-family-community
interaction; promoting in this way the opening of spaces for dialogue, learning
and action, defined as Spaces for Peace.
Keywords: Peace, School,
family-school-community interaction, Spaces for Peace.
INTRODUCCIÓN
Partiendo de
la pedagogía como el arte de la enseñanza,
la escuela cumple un papel preponderante en la formación del individuo. Entre las funciones que tiene es
validar el conocimiento de los individuos que se forman en ella como una manera
de garantizar el desarrollo y potenciación
de sus destrezas, habilidades, conocimientos y valores adquiridos a través del
tiempo en cualquier contexto social.
Sin embargo, las escuelas comunitarias son espacios
creados con, desde y para la propia comunidad, en base a la relación entre agentes sociales que colaboran con ella con
el claro propósito de avanzar en la superación de estas desigualdades
educativas; debido a que las mismas están enmarcadas dentro del el enfoque comunitario
cuyo objetivo es facilitar una plataforma que permita alcanzar una
participación articulada, armoniosa y equilibrada de los actores
socioeducativos en el proceso de construcción de la vida de las personas.
Es por eso que,
una escuela comunitaria se configura como un espacio de aprendizaje necesario en el cual la comunidad participa en
diversos procesos de formación como resultado de acuerdos colectivos entre
todos sus miembros, produciendo encuentros que permiten asentar una cultura de
solidaridad y colaboración entre todos estos agentes que participan;
promoviendo de esta manera la apertura de espacios de diálogo, aprendizaje y
acción, definidos en este como espacios de mediación formando los cimientos
hacia una Cultura de Paz.
Desde esa
perspectiva, este objetivo se cristaliza mediante la acción mancomunada de las comunidades
(y la organización comunitaria) a fin de movilizar acciones que fortalezcan los
procesos educativos que superen las desigualdades así como también un aumento significativo en los aprendizajes; tomando en
cuenta el papel de la escuela como institución abierta a su entorno
comunitario, impulsora del proceso constructivo de Paz, siendo vital para este
fin la participación corresponsable y protagónica de la ciudadanía en el hecho
educativo a través de la interacción escuela-familia-comunidad.
DESARROLLO
El enfoque comunitario es un modelo
metodológico el cual nace a partir de una visión multidisciplinaria del hombre
desde lo psicosocial para orientar el trabajo de las instituciones con los contextos
humanos con los cuales se relaciona y hacen vida en común. Según Martinez (2006),
este enfoque constituye una herramienta para el diseño, implementación,
seguimiento y evaluación de políticas, programas y proyectos de intervención
social. Orientado a la acción, hacia la práctica del trabajo comunitario, aplicado
de manera interdisciplinaria a otras áreas tales como la medicina, la psicología,
la psiquiatría, la arquitectura, la ingeniería, la terapia ocupacional, salud,
educación, vivienda, desarrollo urbano, pobreza, nuevas tecnologías, etc.
Además, concibe
la idea de la comunidad como base para la formulación de
políticas, prestación de
servicios y la democratización
de la institución
educativa. Este tema no es nuevo, se ha venido planteando y desarrollando
desde diferentes enfoques y movimientos sociales y educativos con el fin de garantizar
la equidad y la justicia social, reclamando el compromiso y papel de la
educación con el cambio social. Este accionar a la comunidad puede plantearse
como un redescubrimiento que nos invita a pensar sobre la necesidad de que los vínculos
escuela-comunidad sean más estrechos; formando parte de la construcción de un sueño
colectivo que cada día se acercan más a lo palpable, como respuesta a las voces
de los excluidos.
Asimismo,
permiten una mirada integradora hacia las instituciones que construyen las
políticas públicas, en este caso el
currículo educativo nacional; pretendiendo
garantizar la equidad y la justicia social mediante una relación donde el que enseña reconozca
que puede aprender de aquél al que va a enseñar, demostrando que el
conocimiento y su aplicabilidad no es una potestad exclusiva de la escuela, donde
todas las personas implicadas en el acto formativo se educan y a su vez son
educadas de una manera democrática, es decir un aprendizaje colaborativo.
Martinez
(Op.cit.) expresa que hay tres modelos que sirven de base del enfoque
comunitario. Entre ellos está el modelo de comunidad, orientado a lo común que
tiene la gente en su estar en común; el modelo de redes sociales, el cual se
orienta hacia el sistema de vínculos entre las personas y el modelo de práctica
sociocomunitaria donde hace referencia al quehacer creativo, reproductivo y
transformador.
Sin embargo Parrilla, Muñoz y Sierra (2013) hablan
de distintas denominaciones dentro de este enfoque: escuelas orientadas a la
comunidad (Todd, 2007); escuelas comunitarias o de área (Halsey, 2011),
escuelas de servicio completo y escuelas extendidas (Cummings, Dyson y Todd,
2007), redes educativas (Ainscow y West, 2006); escuelas integradas (Little,
2005); educación basada en la comunidad (Warren, 2007), escuelas comunitarias,
etc.; apuntando a que la escuela no solamente se centran en aulas de clases
sino en lo que pasa más allá de las estructuras, reflejando los diferentes
modelos, metas e intensidad en la relación recíproca y productiva de sus
participantes, en este caso la escuela y la comunidad de manera democrática.
Para Gutiérrez y Hernández (2007), la escuela
comunitaria es democrática debido a que está centrada en el educando a través
de una práctica pedagógica emancipadora, como una necesidad de alcanzar la
libertad del hombre y de la mujer. En otras palabras representa despertar en
ese ser humano una serie de habilidades y destrezas que le permita
entender lo que sucede en su entorno y a su vez pueda de alguna manera darle
solución a los problemas que se le presente; cuyo método fundamental para
educar es el diálogo abierto, donde el estudiante sea visto como el protagonista
del proceso de aprendizaje y que los docentes asuma el papel de facilitadores desde
el absoluto respeto por su dignidad.
Por otra parte Gutiérrez y Hernández (Op.
Cit.), asevera que la gestión participativa comunidad - escuela - escuela-
comunidad, produce en la diversidad; la claridad y articulación de intenciones
que a la vez permite la satisfacción personal de los integrantes y el logro de
los propósitos manifiestos en la nueva institucionalidad. Entre los fundamentos
legales que la sustentan se inicia con el artículo 102 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV) en el cual señala: “La educación es un derecho
humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria”. Es decir, en cualquier lugar del país todo
venezolano tiene derecho a la educación ya que a través de ella se fundamenta los
cimientos de la sociedad.
Teniendo en
cuenta lo establecido, en el acto educativo surge la necesidad de construir una
nueva gestión, fundamentada en los principios de democracia directa,
participación protagónica, corresponsabilidad, descentralización y autonomía, aspectos
importantes para la toma de decisiones colectivas en la planificación,
ejecución, evaluación y control de la gestión escolar por parte de los actores
del hecho formativo desde una visión social (niños, niñas, adolescentes,
jóvenes, docentes, madres, padres, representantes, obreros, administrativos,
comunidad en general).
Igualmente lo establecido en la Ley Orgánica
de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA) expresando en su artículo
55 el derecho que tienen niños, niñas y adolescentes a participar activamente
en el proceso educativo, así como también lo tienen madres, padres,
representantes o responsables, para tal fin señala que el estado debe promover
el ejercicio de este derecho, brindando información y formación apropiada a
niños, niñas, adolescentes, así como a madres, padres, representantes o
responsables.
Partiendo
de lo antes expuesto es necesario darle participación protagónica a estos
autores brindándoles espacios para su formación y organización dentro de una
estructura flexible y democrática como miembros activos de la comunidad escolar
y comunitaria, participando en los colectivos de formación, asambleas
educativas - comunitarias, consejos educativos comunitarios, círculos de
estudio, entre otros, aportando ideas, sugerencias, experiencias desde sus
saberes y haceres en los debates, discusiones, toma de decisiones y formulación
de propuestas de manera individual, colectiva y autónoma, generando con este
tipo de gestión la articulación y coherencia de los distintos colectivos para
la construcción del proyecto educativo comunitario y la formación de una nueva
ciudadanía sustentada en la valoración ética del trabajo.
Tomando en
cuenta lo antes señalado, es necesario acotar que esta nueva manera de mirar la
participación de los actores socioeducativos se fundamentan en principios tales
como la solidaridad: basado en el
compartir ideas, intereses y necesidades de una manera colectiva superando las
conductas egoístas e individualistas relacionadas con lo educativo, pedagógico,
gerencial y comunitario; la cooperación: generando la colaboración del
colectivo en las actividades a realizar en equipo, delegando funciones,
asumiendo compromisos de acuerdo a las necesidades y realidad circundantes; la
participación: mediante el ejercicio de la ciudadanía, interviniendo
activamente en la planificación, ejecución, evaluación y control de las
políticas educativas en los diferentes espacios: el aula, la escuela y la
comunidad.
Aunado a esto, Gutiérrez
y Hernández (Op. Cit.), expresan que tenemos de manera adicional lo contenido
en el plan de desarrollo económico y social de la Nación 2001-2007, en el eje
social, donde se expone lo siguiente:
“Alcanzar la justicia social
a través de ofrecer una educación de calidad para todos y todas a mediante la
inclusión y la corresponsabilidad en la incorporación de nuevos actores,
destacando la acción comunitaria, para la formulación, ejecución y evaluación
de las políticas públicas y rendición de cuentas…” (p.96)
Es decir, la
participación de la comunidad juega un papel importante en las decisiones sobre
las políticas públicas. Su protagonismo es ejercido mediante el liderazgo
individual y colectivo como autores activos en los debates, discusiones,
intercambio de experiencias y construcción de conocimientos relacionados con la
organización, comunicación, investigación y formación, donde todos y todas son
responsables y aprenden ejerciendo la soberanía cognitiva.
Asimismo, esta la corresponsabilidad la cual se
basada en la relación familia -escuela - comunidad, reflejada en el compartir
de responsabilidades en cuanto al funcionamiento escolar en los aspectos
relacionados con la organización, cuido y mantenimiento de la planta física, la
participación con sentido de pertenencia para el funcionamiento escolar y de
gobernabilidad autónoma, humanista y sostenible; la autogestión: sustentada en
la capacidad de definir qué queremos y cómo hacerlo de manera colectiva y
organizada que traiga beneficios a todos y todas de una manera justa,
equitativa y productiva para el bien común y por último la autonomía: basada en
la toma de decisiones individuales y colectivas de manera consensuada surgida
del diálogo, el debate, la reflexión, el intercambio y la puesta en común de lo
que mejor nos conviene a todos y todas.
Para que se cristalicen todos estos argumentos, hay que
tomar en cuenta un elemento muy importante que va a permitir la buena
convivencia entre los actores que es buscar la Paz entre sus miembros,
entendida como vivir en armonía con uno mismo, los demás y el medio ambiente
durante el proceso de adquisición de valores y conocimientos, así como las
actitudes, habilidades y comportamientos necesarios en colectivo. Así mismo, la
educación como praxis emancipadora, tal y como la definió Freire (1989), citado
por Parra (2012) es la herramienta esencial para conseguir la transformación de
una cultura de la violencia a una Cultura de Paz, pero en corresponsabilidad,
es decir en común - unión con la familia y la comunidad, así como las demás
instituciones y organismos que conforman nuestra sociedad.
Si bien es
cierto el hecho de que los espacios para la Paz no pueden ser configurados
únicamente desde una sola dimensión de la realidad, también es cierto que la escuela
constituye un lugar ideal de acercamiento para iniciar las acciones de
promoción en favor de la edificación de una Cultura de Paz, pues en el ambiente
escolar conviven y se dan cita los diferentes actores de una comunidad:
alumnos, familias, docentes, empleados, etc., quienes reproducen todos los
fenómenos sociales reflejo de la vida, cultura, valores y creencias de su
entorno comunitario.
En este
sentido debe asumirse a la escuela como impulsora del desarrollo de la
comunidad, y desde su visión, como una institución abierta a la comunidad,
promotora de la participación democrática y del intercambio entre sus
integrantes, y con el medio del que forma parte; un espacio interactivo cuyo
fin es contribuir al desarrollo integral de los ciudadanos intelectual, física
y espiritualmente. No es una institución cerrada a la sociedad, estamos
hablando de una institución que impulsa el aprovechamiento de todos los
recursos (bienes, sectores, valores, tradiciones, conocimientos, personas, organizaciones),
de una sociedad para la educación integral de los niños; tomando en cuenta que
la educación pertenece y es esencial al desarrollo cultural, donde todos sus
actores deben ser miembros activos de la cultura en la que funcionan como
primer paso para la integración efectiva.
Así mismo, la escuela
no escapa al escenario vivido hoy por el resto de la sociedad con respecto a la
violencia, viéndose afectados sus miembros, situación que ha llamado a la
reflexión y a la búsqueda de soluciones por parte de las instituciones
educativas. En la actualidad, dentro de los espacios de convivencia (familia - escuela
- comunidad), está cobrando fuerza otro tipo de relación que amenaza la
convivencia entre los mismos, esta relación es la "violencia."
Matsuura
(2008) comenta que el compromiso de educar para la paz puede expresarse en las
siguientes líneas:
“Trabajar
por un proceso educativo que signifique contribuir a alejar el peligro de la
guerra, poner fin al expolio de las zonas empobrecidas del planeta, enseñar
desde y para la no-violencia, aprender a considerar el conflicto como un
vehículo de cambio si sabemos resolverlo sin recurrir a la violencia, integrar
al alumnado en un proceso de transformación de la sociedad hacia la justicia y
a la armonía (p.8)”.
Es decir,
fomentar en el individuo una Cultura para la Paz para alejarlo de la violencia
y de los actos violentos usando la mediación como recurso hacia la justicia, la
armonía y el amor hacia sus semejantes desde el respeto y la consideración en
su entorno, ya que la educación es un procedimiento participativo e intuitivo
de orientación, aprendizaje y de transformación.
Para Java
(2016) la Educación para la Paz es la educación general de cada persona. Esta debe incluir a todos los estudiantes, los
excluidos y los jóvenes nómadas, los niños de las minorías y debilitados; al
igual que los docentes, a todos los asociados en educación incluyendo el
personal de los servicios y a la comunidad en general debido a que todos son
significativos dentro del proceso para crear y potenciar una sociedad más
competente y capaz de solucionar sus conflictos. Según Parra (2012) la Paz debe construirse en la Cultura y en la
estructura social, no sólo en la mente humana. Este
nuevo momento de construcción de la convivencia en los espacios relacionales demanda
la participación social de todos y cada uno de sus actores de una manera
armónica y sobre todo el accionar hacia el fomento de una Cultura de Paz.
CONCLUSIONES
En estos tiempos es necesario promover la
toma de conciencia y el compromiso de participar en el hecho educativo y en la
importancia de que deben establecerse las relaciones, condiciones
institucionales y consensos que favorezcan la participación para el logro de
las transformaciones que aspiran las personas. Formar y capacitar a los actores
sociales por y para la educación: docente, familia y comunidad, en su
fortalecimiento, empoderamiento y para la acción transformadora; donde los
docentes son actores sociales del progreso y tienen una participación imperante
y extraordinaria en la educación para la paz, plantando semillas de congruencia
y unión entre las mentes de los estudiantes.
Por consiguiente la invitación es a concebir a
la escuela como parte del medio al que pertenece, una institución dispuesta a
abrir sus puertas a la comunidad, para que ésta construya y multiplique los
espacios para la paz, es decir, los espacios de diálogo reflexivo, de
aprendizaje y participación, que permitan el proceso de edificación de una Cultura
para la Paz en nuestra sociedad y su promoción, con el propósito de motivar,
formar, fortalecer y concientizar a la población sobre su derecho y
corresponsabilidad de participar en el hecho educativo, siendo la educación la
clave de esta construcción impulsada desde la escuela, en unión con la familia
y la comunidad, en otras palabras en un foco de paz socioeducativa.
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Nota Biográfica de la Autora
Mariela de los Ángeles Guzmán Gutiérrez (Venezuela).
Correo: mguzman110769@gmail.com
Doctorante en Ciencias de la Educación (UBA) (En
Proceso); Magister en Gerencia Educativa (UBA); Profesora en Artes Industriales
en el IUPMA. Con 20 años de experiencia en la Empresa Privada.